Esta
es mi primera entrada en el blog desde mi regreso de la
formación de llegada de los voluntarios europeos que ha ocurrido en
Baños de Montemayor, en la provincia de Cáceres (Extremadura), y
la cual escribo con sentimientos mixtos.
Por un lado, es bueno volver a
Ourense, a la ciudad que me acogió en el último mes y que a poco y
poco estoy sintiendo como una nueva casa; por otro siento un pequeño apretón en mi
corazón por haberme despedido de las personas que conocí en este
viaje y que sé que llevaré conmigo para el resto de mi vida. Aún
no procesé toda la mezcla de emociones que he sentido en esta ultima
semana y escribo con alguna dificultad, pero aquí va.
Después de un viaje
muy largo y cansado, llegamos a Baños, un pequeño pueblo en las
montañas llenas de nieve. No se veía a nadie, incluso el albergue
estaba a oscuras y parecía desierto y mi imaginación me transportó
para una película de terror, en que solo faltaba la clásica imagen
de las “hermanas gemelas
fantasmas” cantando una canción en un tono aterrador. Pero
muy pronto las formadoras y los otr@s voluntari@s llegaron y la
atmósfera cambió.
No tenía
expectativas sobre la formación y también no sabía exactamente lo qué esperar. Quizás hablar de los derechos y deberes de los
voluntari@s, información general sobre SVE y nuestros proyectos,
pero fue mucho más que eso. Las formadoras transformaron o que
podría haber sido una aburrida lista de contenidos a interiorizar en un
aprendizaje completo, de mente y cuerpo, emoción y razón; y que nos
aproximaron como grupo, convirtiéndose en una verdadero aprendizaje no-formal.
A través de dinámicas y juegos creativos nos fuimos conociendo y compartiendo nuestras expectativas, comprendiendo que no estamos sol@s en nuestros miedos y eso nos dió fuerza para superar nuestros retos.
A través de dinámicas y juegos creativos nos fuimos conociendo y compartiendo nuestras expectativas, comprendiendo que no estamos sol@s en nuestros miedos y eso nos dió fuerza para superar nuestros retos.
Sentí una inmensa
complicidad con las personas de la formación. El grupo era increíble
y me sentí incluído en el grupo y amigo de tod@s, pudiendo hablar y sentirme
conectado con todo el mundo. Ahora
que pienso en eso, creo que la elección
de este albergue tan pequeño y aislado fue deliberado, precisamente
para que nosotros eligiésemos quedarnos juntos. En otro local, un
con mucha más grande vida nocturna, habría sido muy más fácil
separarnos y no nos conoceríamos tan bien, agradeciendo a la Organización este detalle logístico.
También agradezco la maravillosa visita al Parque Nacional de Monfragüe y por la fiesta de despedida de Carnaval.
También agradezco la maravillosa visita al Parque Nacional de Monfragüe y por la fiesta de despedida de Carnaval.
Fue una semana
maravillosa y, a pesar de haber sentido mucho triste por separarme
de las personas increíbles que conocí, sé que algunas se quedarán
en mi vida y en mi camino por mucho, mucho tiempo, y que creceremos
junt@s.
Esto no es un adiós,
es un hasta pronto! Vos echo de menos mi amigos.
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