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Friday, 16 February 2018

Las emociones y sensaciones vividas por Joao en su Formación de llegada




Esta es mi primera entrada en el blog desde mi regreso de la formación de llegada de los voluntarios europeos que ha ocurrido en Baños de Montemayor, en la provincia de Cáceres (Extremadura), y la cual escribo con sentimientos mixtos. 

Por un lado, es bueno volver a Ourense, a la ciudad que me acogió en el último mes y que a poco y poco estoy sintiendo como una nueva casa; por otro siento un pequeño apretón en mi corazón por haberme despedido de las personas que conocí en este viaje y que sé que llevaré conmigo para el resto de mi vida. Aún no procesé toda la mezcla de emociones que he sentido en esta ultima semana y escribo con alguna dificultad, pero aquí va.

Después de un viaje muy largo y cansado, llegamos a Baños, un pequeño pueblo en las montañas llenas de nieve. No se veía a nadie, incluso el albergue estaba a oscuras y parecía desierto y mi imaginación me transportó para una película de terror, en que solo faltaba la clásica imagen de las “hermanas gemelas fantasmas” cantando una canción en un tono aterrador. Pero muy pronto las formadoras y los otr@s voluntari@s llegaron y la atmósfera cambió.

No tenía expectativas sobre la formación y también no sabía exactamente lo qué esperar. Quizás hablar de los derechos y deberes de los voluntari@s, información general sobre SVE y nuestros proyectos, pero fue mucho más que eso. Las formadoras transformaron o que podría haber sido una aburrida lista de contenidos a interiorizar en un aprendizaje completo, de mente y cuerpo, emoción y razón; y que nos aproximaron como grupo, convirtiéndose en una verdadero aprendizaje no-formal.
A través de dinámicas y juegos creativos nos fuimos conociendo y compartiendo nuestras expectativas, comprendiendo que no estamos sol@s en nuestros miedos y eso nos dió fuerza para superar nuestros retos.

Sentí una inmensa complicidad con las personas de la formación. El grupo era increíble y me sentí incluído en el grupo y amigo de tod@s, pudiendo hablar y sentirme conectado con todo el mundo. Ahora que pienso en eso, creo que la elección de este albergue tan pequeño y aislado fue deliberado, precisamente para que nosotros eligiésemos quedarnos juntos. En otro local, un con mucha más grande vida nocturna, habría sido muy más fácil separarnos y no nos conoceríamos tan bien, agradeciendo a la Organización este detalle logístico.
También agradezco la maravillosa visita al Parque Nacional de M
onfragüe y por la fiesta de despedida de Carnaval.

Fue una semana maravillosa y, a pesar de haber sentido mucho triste por separarme de las personas increíbles que conocí, sé que algunas se quedarán en mi vida y en mi camino por mucho, mucho tiempo, y que creceremos junt@s.

Esto no es un adiós, es un hasta pronto! Vos echo de menos mi amigos.









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